La vida es un baile, un vals fugaz
que fluye con cadencia, sin cesar.
Cada uno tiene su propio compás
y cada paso es un acto de libertad.
Bailamos por el escenario del mundo
y la música nos lleva a su compás,
descubrimos en la pista lo profundo
y disfrutamos sin mirar atrás.
El baile de la vida es un don
que se nos ofrece sin reserva,
y cada instante es una oportunidad
de vivir con pasión y sin reservas.
No importa el ritmo ni el compás,
ni la armonía ni el desafinado,
lo importante es bailar con libertad
y en cada momento sentirse renovado.
Quien no disfruta del baile de la vida
no merece vivirla, eso es verdad.
Pero aquellos que danzan sin medida
encuentran en la pista la felicidad.
La música nos lleva a una dimensión
donde el tiempo se detiene en la eternidad,
donde el amor y la alegría son la razón
de nuestro baile en la inmensidad.
Baila con todo el corazón
y deja que la música te transporte,
porque en el baile de la vida
todo es posible, todo es fuerte.
Así que no te detengas, sigue el ritmo
y baila hasta que la música se detenga,
porque el baile de la vida es un misterio,
una maravillosa aventura que nos llena.
